viernes, 29 de septiembre de 2017

Mi primer día de vacaciones


El día asignado para el comienzo del taller de cuenta-cuentos ya había llegado. Estaba tan emocionada por comenzar que ese día había casi saltado de la cama.
Qué importaba que fuera mi semana libre de vacaciones. Qué importaba que estuviera muriendo del sueño. Solo quería comenzar ya ese taller que tanto había esperado.

Era un día de lluvia, de esos que me encantan. Rápidamente me levanté, tratando de pisar primero con el pie derecho para tener un buen día, y volé por mi casa para llegar a tiempo.

El viaje en colectivo fue rápido, sin ninguna novedad, solo mirando caer la lluvia y sintiéndome nerviosa por todo lo que iba a vivir esa semana.

Al llegar a la biblioteca de mi ciudad, grandes eran mis expectativas, ya me sentía como una esponja para absorber todo lo que me enseñaran.
Entré silenciosamente y me di cuenta que al parecer había llegado muy temprano. Estar quince minutos antes al parecer hacen la gran diferencia para las personas.

De pronto una señora se acerca a preguntar a qué venía. En realidad no me lo preguntaba a mí, si no que a un chico que estaba a unos metros de distancia.

-Vengo al taller de cuenta-cuentos- dijo él.

¡Que bien! Pensé. No fui la primera en llegar.

-Yo también vengo al taller- dije débilmente.
-Pueden esperar sentados, el profesor aún no llega- nos dijo la señora encargada de la biblioteca.

¿Lo saludo? ¿Él me saludará? ¿Si lo miro fijamente será muy grosero de mi parte?
No sabía que hacer, mi timidez me impedía cualquier cosa, así que solo me senté en la mesa más cercana.
Unos minutos más tarde lentamente giré mi cabeza hacia él y lo conocía. Estaba segura de que lo había visto en algún lugar. ¿Dónde? No lo sé.

Está de más decir que no me atreví a hablarle, él tampoco lo hizo.
Llegó el profesor, llegaron muchos participantes del taller, todos sentados en círculo vivimos aquella primera mañana del tan esperado taller.
Sus ojos verdes (sí, me detuve un momento a mirarlo sin que me viera) nunca me miraron por más de 1 segundo. 
Y extrañamente sentía la necesidad de hablarle. Lo conozco, me repetía a cada momento. Y allí rodeada de libros escarbaba en mi mente buscando el momento exacto en que lo había conocido.

Mi sorpresa fue grande cuando al segundo día se acercó a mi para pasarme una leyenda que debíamos leer. Más grande fue la sorpresa al tercer día cuando me dijo:
-Te he visto en alguna parte, no sé donde, pero te he visto.

Ese fue el comienzo de un millón de conversaciones, risas, miradas furtivas y palpitares de corazón. 
Nunca pensé que mi fantasía de conocer a alguien especial en la biblioteca se podría hacer realidad. Era increíble.


Sonó una de mis canciones favoritas. La alarma. Son las 9:30 am del primer día de mis vacaciones. Hoy es mi primer día de taller y el sueño que tuve va desapareciendo lentamente de mi memoria, como arena que se escapa de entre mis dedos.



17-09-2014

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