sábado, 30 de septiembre de 2017

Del lado del conductor (reeditado)

Aquí estoy, sentada en el mismo lugar 
de los veranos pasados. 
Tengo la sensación de estar en esos tiempos
pues en mi mente una vez más espero tu llegada.
Te imagino llegando, te veo por el espejo retrovisor 
ese lugar de la cita, del lado del conductor.
Veo aparecer tu cabello bermellón
tu sonrisa.
Mi corazón palpita
palpita más.

Entras y te acercas
l e n t o
sosegado
para besarme.
Siento tus labios
y en mi labios una sonrisa.

Como quisiera volver el tiempo
y hacer todo esto realidad
necesitas de mí
necesito de ti.


26-08-2017

El regalo

Sofía estaba sumida en sus labores diarias corriendo de un lado a otro atendiendo las llamadas que la hacían sudar. En la sala cada uno levantaba sus brazos para llamarle e insistían en ser atendidos. 
Incluso antes del final de su jornada pensaba en relajarse bajo el sauce llorón del patio de su casa. Un lugar simple para muchos, pero de ensueño para ella que hasta ese momento era lo único que se podía permitir. 
Quedaban solo unos minutos de escuchar aquellos gritos que hacían explotar su cabeza, cuando una voz aguda la llamó.
— ¡Profesora Sofi!
Con su mejor sonrisa atendió el llamado de la estudiante, el último suponía.
— ¿Qué pasa Paulina?
—Tome. Es para usted, profe— le dijo con evidente alegría y le acercó un pequeño barco de papel a sus manos. 
—¿Para mí? —preguntó extrañada el porqué del barquito.
—¿Y por qué mi niña?
—Es un barco para que cumpla su sueño.
Sofía movía su cabeza mientras escuchaba aquellas palabras. Estos estudiantes ya se estaban volviendo un poco locos cada día.
—¿Cuál sueño?
—Su gran sueño. Es para que viaje por todo el mundo.
Ella no daba crédito a la dulce intención de Paulina y sólo pensó en seguirle el juego.
—¡Gracias Pauly! Me iré a viajar por alta mar…— comentaba mientras le daba una lista de países que deseaba visitar.
Y así junto a su barquito de papel viajaba por los 7 mares cumpliendo el gran sueño de su vida: recorrer el mundo. 
Ese pequeño y gentil detalle no hacía más que justificar el deseo de libertad que tenía.



14-08-2017

El malentendido


Por fin era hora de salir del trabajo. ¿Qué más quedaba por hacer? Esperaba no tener que llevarme nuevamente papeleo a casa. Estaba en esa época en que casi no dormía por la opresión laboral que vivía día a día, sobre todo un día como aquel, lunes. 
Debía apresurarme para llegar pronto al teatro para ver esa obra tan famosa que se iba a presentar. Una de mis favoritas: El Lago de los Cisnes. Corría de un lado a otro por mi oficina recogiendo todo lo que necesitaba y dejando el orden para el día siguiente. En mi mente giraban todas las responsabilidades que tenía y pensaba en lo difícil que era llevar una vida así, monótona, agobiante, absorbente.
Las calles oscuras me hacían sentir escalofríos. El viento no corría. Apenas unos 28 grados hacían que la polera se pegara a mi espalda. Debía apurarme. Comencé a escuchar pisadas apresuradas, firmes y decididas, casi corriendo. Parecía que venían tras de mí. Estaba lista para lanzar mi bolsa por los vientos incluso si todo caía esparcido. Una mano se acercó por la izquierda. Tenía el gancho preparado para ser usado en el momento necesario. No dudaría ni por un segundo.
-¡Señorita!, disculpe. ¿Me dice la hora por favor?
El gesto en mi rostro era digno de ser retratado y presentado en el álbum de rostros más ridículos del mundo. Pensé que ese sería el último segundo de mi vida. Aún sin sentir la plena confianza de que todo había sido un malentendido.
-Las 7:58- volteé y le dije tranquilamente.
El joven vestía con medias y zapatillas de ballet, además de llevar el rostro acalorado por correr hacia el teatro.
Así fue como me di cuenta de que no era la única que había tenido un mal día. Si este joven me hubiese reconocido se hubiera percatado de que acababa de cometer el peor error de su vida. El muchacho más popular de primaria, líder del equipo de fútbol, había desenmascarado su coartada de chico futbolista y todo había sido descubierto por la chica obsesionada por las suculentas historias de los demás.



01-08-2017

El aviso


La biblioteca cerraba siempre a las 8. Esther estaba siendo devorada por las aventuras del muchacho de la cicatriz. Cuando llegó al salón que le recomendaron el sol apenas estaba sobre su cabeza. Como todos sabían, el tiempo siempre se escapaba de las manos cuando se estaba allí.
Debía regresar temprano a su casa o no podría volver a la biblioteca, según sus padres.
Ella confiaba plenamente en su reloj biológico, pues le daba una señal justo en el momento preciso. Se relajó y se sumergió en su lectura.
Cuando sintió la señal se preparó para partir.

¿Qué hora es? ¿Qué pasó? La puerta no cedía ante sus manos. Los altos cristales se teñían de negro y ni un pequeño ruido se escuchaba a su alrededor; nada más que el ulular de una lechuza, al igual que en su libro favorito.
Esther siempre se enteraba de todo, pero nunca sospechó que había pasado por alto el aviso junto a la puerta:

“CUIDADO, 
EL TIEMPO VUELA 
SI EN UN LIBRO INMERSO ESTÁS”



27-07-2017

¿Real o no?

Ya no quiero ser parte de tu juego.
Sólo soy un objeto de tu actuación. 
Mirarte, abrazarte, besarte, nada es real para ti.
Pero me consumes con tu fuego. Tus llamas envuelven mi cuerpo y no me dejan escapar.
Sólo quiero protegerte y que veas que estoy aquí, siempre a tu lado.
A tu lado, a pesar de las circunstancias, a pesar de recibir tus sonrisas falsas y programadas. Siempre a tu lado.
...
¿Qué es esto? ¿Por qué este beso se sintió diferente? ¿ Por qué tus labios dudaron y luego se entregaron?
Esto es diferente.
¿Realmente sigues actuando?
Me amas
¿Real o no?


30-11-2013

viernes, 29 de septiembre de 2017

Pensamientos en una noche de invierno


Siento la suavidad de mi cama. Amo el rasgueo de la pluma sobre la libreta. Melodía de las palabras que viajan en el tiempo. Los pensamientos flotan en mi cabeza. Las pláticas entumecidas de verano se enroscan en mis manos.
Hablar de todo y hablar de nada.
Un remolino en mi interior.
Escribo sin una razón, y a la vez escribo para salvarme.
Salvarme de la monotonía del día a día.
Salvarme de los monstruos que habitan mi interior.
Las letras reconocen mi mundo. Las páginas reciben mi sin-sabor.
La realidad se esconde tras las páginas de un libro. La realidad es eliminada a cada segundo.
No sé si me siento capaz de seguir en el vacío, tampoco si estoy en la cima de la vida.
Lo único que realmente entiendo es que el presente no existe. Va desapareciendo a medida que lo nombro. El ahora es consumido por el ayer, y el mañana se aleja cada vez más de mi.
Sólo queda mi pluma negra y mi libreta llena de mini tesoros escondidos del ojo que todo lo ve.

19-07-2016

Contigo y sin ti

Miles de segundos se agolpan en mi mente
Y permiten que mis ojos estén cegados por el tiempo
Mis dedos se mueven inertes
Siguiendo la inercia del viento
Mis ojos ven sin mirar
La lluvia cae
El viento sopla
Y el tiempo contigo es el tiempo sin ti
Contigo. Sintigo
Las palabras ya no tienen sentido, y a la vez si lo tienen
Amalgama de emociones rutinarias en la puerta
Me alejaste de tu vida
Yo ni lo intenté
Sucumbiste a la miseria
Y aún no encuentras ni encuentro
Una razón para el amor
Murallas. Arte milenario
Alambres de púas. Hojas de roneo
Palabras escritas al viento. Gritadas al aire
Primaveras congeladas
Lluvias cálidas
Y tu rostro y mi rostro
Tan cerca y tan lejos
Susurrando tu nombre
Olvidándolo luego
Calor en el pecho que enfría mi ser
Los días de lluvia son mágicos
Contigo. Sintigo
Uno al lado del otro
Sentados sobre el césped
Árboles danzando
Mirada sonriente
Tus besos
Tu boca
Tus manos
Tus labios
Todo tu
Toda yo
Contigo. Sintigo. Contigo. Sintigo
Con. Sin


15-06-2016

Ya no

Pensaba que al verte me sentiría en las nubes. Pero en verdad solo fue una ilusión y solo podía sentirme nerviosa ante tu reacción.
Pecabas de ser autoreferente. De decirle a todos que yo sería tu chica. Pero eso, eso no hacía más que alejarte. Que dejara de sentir atracción.

Me gustan los desafíos y tu ya no lo estás siendo.

Deja de rodearme, deja de darme a entender que me quieres.
Ya no me siento segura sobre lo que siento.
Ya no me siento segura sobre nada.
Ya no.


18-07-2015

Vivir

Quizás piensan que ella es la típica chica que espera al príncipe azul. 
Pero no. Ella sabe perfectamente que no lo espera.
A pesar de sus cortos años de vida tuvo un amor que le caló al fondo del corazón. Un amor que le hacía suspirar a cada segundo. Un amor que destruyó sus más dulces ilusiones. Su adolescencia. 

Y allí está ahora sin esperar nada en concreto. Ella solo quiere disfrutar de las cosas pequeñas de la vida. Aquellas cosas que para muchos son simples.

La melodía del viento.
El movimiento de las olas en una playa.
El ritmo de la lluvia cayendo contra la ventana.
El color de las hojas del otoño.
Las sonrisas de los niños.
La textura de una página de libro.

Tantas cosa maravillosas por sentir que no merecen ser estropeadas por pensar en un triste amor que le robó tantas emociones. Tantos suspiros. Tantas palabras.

A ella no le importa lo que piensen los demás. Así que si la ves caminando por la ciudad con un libro entre sus manos. O mirando los árboles junto con audífonos en sus oídos. O caminando lentamente en un día de lluvia con una sonrisa en su rostro. No te impresiones. 
Ella vive.

18-09-2014

Mi primer día de vacaciones


El día asignado para el comienzo del taller de cuenta-cuentos ya había llegado. Estaba tan emocionada por comenzar que ese día había casi saltado de la cama.
Qué importaba que fuera mi semana libre de vacaciones. Qué importaba que estuviera muriendo del sueño. Solo quería comenzar ya ese taller que tanto había esperado.

Era un día de lluvia, de esos que me encantan. Rápidamente me levanté, tratando de pisar primero con el pie derecho para tener un buen día, y volé por mi casa para llegar a tiempo.

El viaje en colectivo fue rápido, sin ninguna novedad, solo mirando caer la lluvia y sintiéndome nerviosa por todo lo que iba a vivir esa semana.

Al llegar a la biblioteca de mi ciudad, grandes eran mis expectativas, ya me sentía como una esponja para absorber todo lo que me enseñaran.
Entré silenciosamente y me di cuenta que al parecer había llegado muy temprano. Estar quince minutos antes al parecer hacen la gran diferencia para las personas.

De pronto una señora se acerca a preguntar a qué venía. En realidad no me lo preguntaba a mí, si no que a un chico que estaba a unos metros de distancia.

-Vengo al taller de cuenta-cuentos- dijo él.

¡Que bien! Pensé. No fui la primera en llegar.

-Yo también vengo al taller- dije débilmente.
-Pueden esperar sentados, el profesor aún no llega- nos dijo la señora encargada de la biblioteca.

¿Lo saludo? ¿Él me saludará? ¿Si lo miro fijamente será muy grosero de mi parte?
No sabía que hacer, mi timidez me impedía cualquier cosa, así que solo me senté en la mesa más cercana.
Unos minutos más tarde lentamente giré mi cabeza hacia él y lo conocía. Estaba segura de que lo había visto en algún lugar. ¿Dónde? No lo sé.

Está de más decir que no me atreví a hablarle, él tampoco lo hizo.
Llegó el profesor, llegaron muchos participantes del taller, todos sentados en círculo vivimos aquella primera mañana del tan esperado taller.
Sus ojos verdes (sí, me detuve un momento a mirarlo sin que me viera) nunca me miraron por más de 1 segundo. 
Y extrañamente sentía la necesidad de hablarle. Lo conozco, me repetía a cada momento. Y allí rodeada de libros escarbaba en mi mente buscando el momento exacto en que lo había conocido.

Mi sorpresa fue grande cuando al segundo día se acercó a mi para pasarme una leyenda que debíamos leer. Más grande fue la sorpresa al tercer día cuando me dijo:
-Te he visto en alguna parte, no sé donde, pero te he visto.

Ese fue el comienzo de un millón de conversaciones, risas, miradas furtivas y palpitares de corazón. 
Nunca pensé que mi fantasía de conocer a alguien especial en la biblioteca se podría hacer realidad. Era increíble.


Sonó una de mis canciones favoritas. La alarma. Son las 9:30 am del primer día de mis vacaciones. Hoy es mi primer día de taller y el sueño que tuve va desapareciendo lentamente de mi memoria, como arena que se escapa de entre mis dedos.



17-09-2014

Tú y tu mirada sonriente al sol
Tú y el timbre de tu voz
Tú y tus movimientos que seducen a mi alma
Tú y tu sonrisa que ilumina mi mirada



17-09-2014

Resistencia

El abismo al que me enfrento cuela mis sentidos.
Polvo de estrellas me rodea
pero no hace más que seducirme.
Me siento engañada por esos juicios
desde el inicio de las eras
y los destellos de luz aún ciegan mis pupilas.

Anhelo un soporte, flotar sobre el tejado,
mas sigo conteniendo mis deseos.
Sigo buscando ser lo ideal, el ejemplo de las aves,
el aroma de una flor.
Todo emana de mí.

Y la nieve cayendo, cubriendo rosas, claveles,
el césped blanquecino, lo envuelto en lo efímero.
Corro, me niego, a mí misma me suprimo.
Me digo: No te detengas,
de ti depende ese abismo.

Sumiéndome en el hielo, qué calor me consume.
Las ventanas se abren, admiro el precipicio.
A veces deseo que la nieve caiga como suspiros,
que me cubra y arrope, y de detenerse,
me aflijo.

Estoy cubierta y solo esa voz,
solo esa voz me libera, me toma y me levanta.
Aquellas palabras se cruzan junto a las mías.
Paracaídas libres,
sosteniendo mi alma.

Observo desde el abismo
la presión en la que vivo.
Es la sociedad que invalida mi pensar.
Esta sociedad que me invita a vivir en fantasía,
Resiliente, me niego cada día más.

En tu abrazo

En tu abrazo distante me dormí,
entre tus manos suaves y morenas
sintiendo el palpitar de tu corazón,
mientras los segundos pasaban inexorables.

Ahora no encuentro palabras para describir
lo que tengo dentro de mí
y las sensaciones se agolpan
contra las paredes de mi corazón.

Pasa que cada que escribo
nuevas alas se baten
inevitables o evitables, no lo sé
solo sé que tu azúcar morena sigue en mí,
acariciándome.